lunes, 3 de marzo de 2008

2.1. FRACASO DE LOS PRIMEROS REPRESENTANTES.

Entre los trabajadores del Colegio de Bachilleres existía la necesidad de construir un sindicato que a través de la participación democrática directa, se encargara de velar por el respeto de los derechos laborales de todos los trabajadores y el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo, por el estudio de los problemas académicos, administrativos y profesionales y el establecimiento de acuerdos y proposiciones con las autoridades y demás sectores involucrados, todo ello con el fin de alcanzar y mantener niveles más elevados de calidad y eficiencia en el servicio educativo que se prestara a los jóvenes y a la sociedad en general.

La historia de este floreciente sindicato, todavía no dejaba de escribirse en su totalidad y desafortunadamente, quizás por negligencia o desconocimiento de lo que es un sindicato, el Lic. Cesar Porfirio dejó pasar el tiempo sin elaborar la documentación correspondiente,[1] dando a conocer solamente su renuncia con fecha del 4 de agosto del 89´,[2]al cargo de Secretario General del Sindicato por cuestiones de un nuevo trabajo y comunicándolo con el fin de que la secretaria de trabajo y conflicto pudiera hacer los trámites respectivos, y lo diera a conocer a la asamblea correspondiente y se tomaran los acuerdos conducentes ya que la renuncia era de carácter de irrevocable. De este manera concluye el primer intento de Organización Sindical ya que con la renuncia de su secretario general esta organización quedó acéfala.

Al acercarse el fin del sexenio, del Lic. Miguel de la Madrid Hurtado, las autoridades fingieron aceptar la creación del sindicato, pero asegurándose a través de esos mismos directores de apoderarse de la dirección sindical para utilizarla en sus ambiciosos fines políticos en la sucesión de la gubernatura.

Un bloque de directores de planteles, manejados desde la dirección general obedeció la consigna, de esa manera lograron engañar a la mayoría de los profesores, consumándose así el vergonzoso fraude, al colocarse a la cabeza de la dirección sindical a un individuo totalmente desconocido (Cesar P. Jiménez Correa), que se prestó a la maniobra, y que nunca fue reconocido por los profesores del Plantel 1, donde prestaba sus servicios como catedrático del mismo, pues carecía de presencia y al final fue desplazado sin que nadie se diera por enterado.

Jiménez Correa, sirvió como instrumento para frustrar la primera lucha que se dio para conseguir el reconocimiento sindical. Habiéndose elegido un nuevo líder sindical cuando habían pasado cuatro años (hasta 1992). Desgraciadamente el Colegio de Bachilleres, no obstante su condición de institución académica y cultural siempre ha vivido al vaivén de las políticas del gobierno estatal a pesar de ser descentralizado, que en teoría le concede de una autonomía limitada con el propósito de permitirle convertirse en una institución de elevado prestigio en beneficio de la juventud tabasqueña. Y esto no se podía lograr hasta que se reconociera la necesidad de colocar al frente de ella personas con prestigio y capacidad para organizar el trabajo académico, comprometidos con la educación y con el grupo político que recibía las consignas desde el palacio de gobierno.


[1] Oficio No.1 del 12 de septiembre de 1988.

[2] Sria. de Trabajos y Conflictos del Sindicato de Trabajadores del CBT.(STCBT) agosto.4 de 1989.

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