sábado, 1 de marzo de 2008

Historia del Sindicato

CAPITULO I

ANTECEDENTES DEL SINDICALISMO.

LIC. JUAN MANUEL GARCIA ROMERO.


1.- ANTECEDENTES DEL SINDICALISMO EN MEXICO.

“El Hombre es el Lobo del Hombre”.

Thomas Hobbes.

Todo movimiento social, a través de los acontecimientos que forman su historia, ha sentido siempre la necesidad de cumplir un programa o plan de actividades dedicado al objetivo de difundir y mantener en vigencia los principios que le sirven de base para su existencia, o sea, su razón de ser. Por eso, las organizaciones sindicales libres en nuestro continente ya tienen establecido definidamente el papel que le corresponde como factor responsable dentro del concierto social contemporáneo.

En Tabasco el Sindicato de Profesores del Colegio de bachilleres ha sido uno de los pioneros en cuanto a formas de sindicalismo se refiere, sus objetivos trazados y logros obtenidos, son un claro ejemplo de la influencia elaborada de los tipos y formas de otros sindicatos que han existido en el país y que han establecido sus normas de conductas sindicalistas con el fin de beneficiarse y lucrar un mejor salario, prestaciones, basificaciones, etc.

El Sindicato de Profesores del Colegio de Bachilleres de Tabasco (SPCBT), ha estado a la vanguardia de otros sindicatos y siendo un sindicato reciente ha obtenido mejores frutos de los ya existentes dentro del Sistema del Colegio de Bachilleres, a pesar de la gran influencia e impacto que este sindicato ha establecido en nuestro Estado, los demás sindicatos no han logrado brotar de las ciénagas del sindicalismo imperante en nuestro país. Para saber más de lo que son las tipologías sindicalistas que han estado vigentes en el país y comprender cual ha sido el caminar de los sindicatos en México, es necesario aprender cuales fueron las primeras formas del sindicalismo en México. Y para ello es necesario también a grosso modo conocer cuales fueron las inquietudes en los países de América Latina.

Los primeros movimientos sindicales organizados aparecieron en América latina a mediados del siglo XIX. En 1847 se crearon en Chile las primeras Sociedades de Socorros Mutuos, que entre 1850 y 1860 convocarían las primeras huelgas de trabajadores. Argentina inició sus relaciones con la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en 1870. En Uruguay se creó en 1876 la Federación Regional de Montevideo que dio lugar a la Federación Obrera Local Uruguaya de 1885. En 1901 surgió la Federación Obrera Argentina, antecedente de la Socialista Unión General de Trabajadores (UGT) Argentina (1903), y sociedades similares aparecieron en Paraguay (1906), Bolivia (1908) y México (1912). En la actualidad los sindicatos más destacados de la región son: la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCh), creada en 1936, y que en 1952 se convirtió en la Central Unificada de Trabajadores Chilenos (CUTCh); la Confederación de Trabajadores de México (CTM), en cuya fundación (1936) destacaron Vicente Lombardo Toledano (su principal organizador y primer secretario general) y Fidel Velázquez (que la dirigió desde 1941 hasta 1997), y que forma parte de la estructura orgánica del Partido Revolucionario Institucional (PRI); la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), disuelta tras el golpe de Estado de 1948, y reorganizada en 1959; la Confederación General del Trabajo de Argentina (CGTA) creada en 1943 y la Unión General de Trabajadores (UGT) de Argentina (1903).

A escala ínter regional funcionó la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), organización sindical (cuyo primer presidente fue también Lombardo Toledano) fundada en México en 1938 a la cual se afiliaron la mayoría de las organizaciones sindicales de los países latinoamericanos y que en la década de 1950 daba a conocer la cifra de ocho millones de afiliados, en el momento de mayor apoyo a las políticas sindicales de la órbita comunista, razón de su constante decadencia en los años siguientes. Más importancia tuvo, a partir de 1951, la conversión de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores (CLT) en la más amplia y democrática Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), rama latinoamericana de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), que se había creado en Londres en 1949 y cuya sede en México se estableció en 1952. Desde sus inicios mantuvo excelentes relaciones con los sindicatos democráticos del mundo occidental.[1]

Ahora en México, podemos considerar como primer antecedente de los sindicatos, a la primer sociedad mutualista, constituida en el año de 1853, con la denominación de “Sociedad Particular de Socorros Mutuos”. Sin embargo, Rosendo Salazar, menciona que “ Euquerio Guerrero, nos da a conocer que la Sociedad Filarmónica Siciliana fundada en el año de 1841, fue de las primeras organizaciones de tipo mutualista que existieron en nuestro país.”[2] Y que, desde luego, tienen como finalidad principal la asociación de un conjunto de personas para defenderse y protegerse en relación con la actividad que desempeñaban.

No obstante, la constitución política de 1857, consagra en su artículo 9o. Que “la libertad de dicha reunión, y dicha garantía se restringe con fines estrictamente políticos,” por lo que, al omitirse la consignación de la auténtica libertad sindical en aquella constitución, los obreros de entonces recurrieron al mutualismo como única forma de congregación con fines benéficos, pero no clasistas.

Desde luego que hasta el año de 1872, en que fue fundada la primera asociación de tipo profesional, con el objeto de vigilar los intereses del trabajador y luchar por la mejoría de las clases obreras y proletarias, había existido desde siempre una prohibición de hecho que impedía la formación de cualquier agrupación que tuviera como propósito inicial el de propugnar por el mejoramiento de las condiciones en las que los obreros o trabajadores en general prestaban sus servicios. Legalmente, existía la famosa prohibición que se desprendía del código penal de 1971 que tipificaba claramente el delito de coalición,[3] disposición ésta que en manos de los patrones constituyó un instrumento de primer orden para impedir la mejoría a que aspiraban los trabajadores en sus condiciones de trabajo, o cuando menos, para impedir la elevación de los salarios.

Nosotros consideramos que con tal disposición los beneficiados no fueron solamente los empresarios o patrones de aquella época, sino también al propio gobierno, constituido en empresario para la realización de diversas obras públicas, tales como el saneamiento de zonas insalubres, la construcción de carreteras, de calles, de edificios públicos, de rastros, de jardines, etc.

En síntesis, podemos considerar que hasta antes de 1872, en que se creó “El Círculo de Obreros” jamás existió la menor preocupación de parte de las autoridades gubernamentales por mejorar la situación personal de los trabajadores. Algunos caudillos revolucionarios, como por ejemplo Morelos, se preocuparon por la situación de los trabajadores, y así tenemos que, aunque no fue dirigido concretamente a los trabajadores o a la clase trabajadora en su proclama que él denomina “Los Sentimientos de la nación”, del 14 de septiembre de 1813, plasma la idea en el punto No. 12 en el sentido de que “como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicta nuestro congreso, deben ser tales que obliguen a la constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente al jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto”[4].

De igual forma, Don Ignacio Comonfort en su decreto expedido el 15 de Mayo de 1856, consagra disposiciones destinadas a proteger a los trabajadores, expresando en su artículo 42, que “nadie puede obligar sus servicios personales sino temporalmente y para una empresa determinada”[5]. En dicho decreto aparece por primera vez la protección a los menores trabajadores, consagrando que estos no pueden obligar sus servicios personales sin la intervención de sus padres o tutores, y a falta de ellos, de la autoridad política, agregando que en ésta clase de contratos y en los de aprendizaje, los padres, tutores o la autoridad política en su caso, fijarán el tiempo que han de durar los contratos antes mencionados, no pudiendo exceder de cinco años así como deberían fijar también las horas en que diariamente emplearán a los menores, reservándose los padres, tutores o autoridad política, el derecho de anular el contrato cuando el amo o el maestro usa de malos tratamientos para con el menor, no provea a sus necesidades según el convenio o no lo instruya conveniente (artículo 33).

Independientemente de las consideraciones de los tratadistas acerca de la imposibilidad en que se vieron inmersos los esfuerzos de los trabajadores para coaligarse en defensa de sus derechos, más bien fue como consecuencia de la incipiente evolución, tanto de las ideas, como de las relaciones sociales y de la economía, lo que impidió no solamente el reconocimiento de un derecho que es esencial a la naturaleza humana y que surge desde que el hombre se vuelve sedentario; el de reunir o sumar sus esfuerzos para la superación de los obstáculos que a cada momento se le presentaban para obtener mejores condiciones en su alimentación, en habitación, en su vestido, en su salud, y desde luego, para defenderse tanto de la amenaza de los fenómenos naturales como de los animales y de otros hombres.

En términos generales, podemos afirmar que los sindicatos, con la idea que actualmente se tiene de ellos nacieron como consecuencia de la revolución industrial del siglo pasado. Y que en las primeras naciones industrializadas como Francia, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, en donde aparece por primera vez, como consecuencia de los malos tratos, de los exiguos salarios y de las larguísimas jornadas de trabajo y, consecuentemente, el cansancio físico y mental, las enfermedades y hasta la muerte de los trabajadores, lo que hizo surgir idea de asociarse para evitar esa explotación.

El 5 de marzo de 1876 se fundó la Confederación de Asociaciones de los trabajadores de los Estados Unidos Mexicanos que, sin tener un programa definitivo, consiguió el fortalecimiento del principio de Unión entre los trabajadores, constituyéndose después en el año de 1890, la “Orden Suprema de Empleados Ferrocarrileros Mexicanos”, “La Unión de Mecánicos Mexicanos”, “La Sociedad de Hermanos Caldereros Mexicanos”, “La liga mexicana de Empleados del Ferrocarril”, y otras organizaciones de trabajadores que con la Unión Liberal “humanidad” en Cananea y “el Gran Círculo de Obreros Libres” en Orizaba, fueron los organismos batalladores en las huelgas de Cananea y Río Blanco. Ahondando más de esta problemática, es necesario saber que en junio de 1906 estalló en el mineral Sonorense de Cananea la huelga, que puso de manifiesto la resolución a la que habían llegado los proletarios para modificar las condiciones de trabajo que prevalecían.

Es importante señalar la característica especial que ampliaba esta huelga. En el caso no existió el problema de los salarios cotizados en centavos, sino que otros fueron sus motivos, especialmente “la discriminación que se hacía del trabajo mexicano en relación con el trabajo norteamericano: dándole de antemano salarios en oro a los estadounidenses, en un momento que llegaba al doble en relación con el que se cubría a los mexicanos, por la misma clase de trabajo; y porque, por otra parte, había empresas en las que abundaban los asalariados extranjeros, con perjuicio de los trabajadores del país.”[6] Se debe observar que “el Porfiriato y los intelectuales a su servicio siempre se empeñaron en fincar, como origen de los disturbios, lo que no era sino consecuencia de una situación y al hacerlo fue porque no se dieron cuenta que el régimen era la causa de la causa (sic), esto es, que las desigualdades sociales que había instituido o que había fortalecido el Porfiriato constituían el manantial de descontento, un descontento que, como en el caso específico de Cananea, estaba latente entre los trabajadores mexicanos, por las preferencias hechas a los extranjeros y que juzgaban injustificadas.” [7]

El descontento de los trabajadores se hizo sentir a través del “Círculo de Obreros Libres”, organización de carácter secreto, que procuró reunir en sus filas a quienes resultaban víctimas de aquellas situaciones. “Las reuniones de los obreros eran en pequeños grupos a fin de eludir la acción represiva de las autoridades. Y en tales asambleas se consideraban los problemas que planteaban a los asalariados, así como la forma de encontrar una solución o, en su caso, de organizar la resistencia”.[8]

Fue entonces cuando el Centro Industrial Mexicano implantó un reglamento de trabajo, fijando 14 hrs. De trabajo, pormenorizando condiciones que en daño de los operarios favorecían los intereses de la empresa y prohibiendo la admisión de huéspedes, sin permiso de la administración en las habitaciones que la fábrica proporcionaba a sus trabajadores. Estos últimos con propósito de evitar las asambleas que en pequeños grupos organizaban los obreros en su vivienda. A su vez los obreros opusieron resistencia a las condiciones del reglamento patronal y por esta causa los industriales ofrecieron ciertas reformas.

Precisa señalar que las dificultades surgidas entre obreros y patrones fueron sujetadas al arbitraje del presidente Porfirio Díaz, pero mientras se resolvía el problema por el bando presidencial, los obreros de Puebla, Tlaxcala, afectados por el reglamento de trabajo, decretaron un paro de labores. Al mismo tiempo se hicieron sentir efectos mutualismo que por entonces se estaba organizando entre los obreros, ya que los trabajadores de la región de Veracruz sostuvieron con ayuda pecuniaria a sus compañeros de Puebla y Tlaxcala. Este socorro constituyó el secreto de la duración en la resistencia obrero textil, resistencia que fue quebrantada con el laudo dictado por el general Díaz el lunes 7 de enero de 1907. Pero en Orizaba los trabajadores se negaron a entrar a la fábrica. Desde luego la negativa adquirió proporciones de tumulto y desbordando los obreros en Río Blanco, tomaron la primera providencia de liberar a los presos que había en las cárceles y que se unieron al movimiento. El día 9 de mayo los obreros humillados y vencidos fueron volviendo a las fábricas, menos los trabajadores del Río Blanco.

Como dato interesante de esta naciente industria es necesario conocer que en “1913, la Casa del Obrero Mundial conmemoró, por vez primera en el país, el 1º. de Mayo, exigiendo la jornada de ocho horas y el descanso dominical, desafiando de esta manera la ira del usurpador Victoriano Huerta, quien ordenó la clausura del gran órgano de los Trabajadores Mexicanos el 27 de Mayo de 1914,”[9] siendo el 21 de agosto del mismo año que abrió nuevamente sus puertas la gloriosa organización obrera que tanto contribuyó al desenvolvimiento de la asociación de los trabajadores, hasta el triunfo de la Revolución Constitucionalista y de la consagración del Derecho de Asociación Profesional en el Artículo 123 de la constitución de 1917.

Este precepto constitucional fue reglamentado por las legislaturas de los estados y después por las leyes federales del trabajo de 1913 y 1970, que someten a régimen jurídico la formación de los sindicatos; pero en lo tocante a la asociación profesional obrera, esta reglamentación no recoge el ideario social del mencionado precepto constitucional, pues en el artículo 123 “el derecho sindical de los trabajadores es un derecho social, en tanto que el de los patrones es un derecho patrimonial, porque sus funciones son distintas, aún cuando coinciden para los efectos de la formación de un derecho autónomo del trabajo siempre que supere las normas laborales.”[10] A todo esto, se festeja el 1ro. de mayo y sin embargo muchos no sabemos porque lo conmemoramos, para lo cual traeremos a nuestras mentes:

Un pequeño recuerdo:

“... a los mártires de Chicago.

Después de muchos años de lucha por conseguir la jornada de ocho horas y siendo burladas las justas aspiraciones de los obreros, la Federación de Asociaciones Obreras de Estados Unidos y Canadá acordó que el PRIMERO DE MAYO DE 1886 sería la batalla definitiva en Chicago.- En la manifestación de ese día hablaron Parsons, Fielden, Schwad y Spies.

Se inició así un movimiento obrero general que culminó el 5 de mayo, cuatro días después de la iniciación. El 5 de mayo el mitin obrero fue en la plaza Haymarket y, al estar terminando, trescientos setenta y cinco policías armados trataron de desbaratar el mitin donde una bomba mató a 8 policías; a su vez los policías hicieron fuego sobre los inermes trabajadores y mataron a 80 e hirieron a muchos.

El capitalismo imperialista, leal y eficazmente representado por las autoridades burguesas, abrieron un proceso que dio el resultado siguiente: Oscar Neebe, fue sentenciado a 15 años de prisión, y Samuel Fielden, Augusto Spies, Alberto R. Parsons, Michael Schwad, Luis Ling, George Engel y Adolph Fischer, fueron sentenciado a morir en la horca. De esa manera pagaba el proletariado la vida de 8 policías, instrumentos ciegos del capitalismo yanqui, pero en cambio el mundo entero reconocía la justa causa de los trabajadores y la revolución social se iniciaba en todos los ámbitos de la tierra”[11].

Dentro de los orígenes sociales y demandas de los sindicatos destacan, la siguiente base social:

1. Mejores salarios.

2. Jornada laboral más corta.

3. Seguridad social para los trabajadores y sus familias.

4. Igualdad de salarios para trabajos iguales.

El derecho a organizarse, sindicalizarse y el derecho a huelga para luchar por mejores condiciones de vida.



[1]"Sindicatos (España y Latinoamérica)," Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2000. © 1993-1999 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

[2]Rosendo Salazar, La Carta del Trabajo de la Revolución Mexicana, Cita del “Manual del Derecho del Trabajo”, Ed. Porrúa. 1986. Pág. 224.

[3] Código Penal. 1971. Artículo 925. Ed. Porrúa

[4] Patricia Galeana de Valdez, México y su historia, 12 Vols. T. VII, México D.F, P. 897.

[5] Op. Cit. , Guadalupe Jiménez Codinach, T. V, P. 676.

[6] Op. Cit. Teresa Franco González Salas, Gloria Villegas Moreno, T. VIII, P.1012.

[7] Kikey Lozano Patiño, “Huelga de cananea”, El Sindicalista, Villahermosa, Tabasco, Año 1, Núm. 3, junio de 2000. P. 2

[8] Ibídem, P. 4

[9] Patricia Galeana de Valdez, Op. Cit. P.902.

[10] Const. Pol. Méx. Art 123

[11] El Hijo del Garabato. 01.05.40. cita tomada de Villahermosa Nuestra Ciudad” Geney Torruco Zaravia. Tomo VI. 1938-1940. Pág. 3036-3037.

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