sábado, 1 de marzo de 2008

3.1. ¿ CUÁL ES LA FUNCIÓN DE UN SINDICATO?

Los sindicatos son organizaciones de masas de frente único, donde en forma voluntaria se agrupan los trabajadores para, independientemente de sus opiniones políticas, creencias religiosas, su raza o sexo, luchar por reivindicaciones comunes a sus intereses de clase y defender sus derechos, bajo cualquier sistema de la vida social. Los sindicatos son centros de organización de la clase obrera, de agrupamiento y cohesión de sus fuerzas, así como escuelas de educación de clase. Son ejes de la organización de la clase obrera que se prepara, con sus luchas, para la emancipación de todo el pueblo; por lo que apoyan todo movimiento político o social que se encamine a ese fin. Es en el curso de la etapa armada de la Revolución Mexicana, que el movimiento obrero adquiere un carácter nacional, desde el punto de vista organizativo. En todo el curso del presente siglo, el movimiento obrero de México ha estado ligado a las luchas políticas nacionales, de tal forma que, independientemente de los principios en que ha sustentado sus acciones, el sindicalismo ha tenido que ofrecer una respuesta política ante diversos acontecimientos históricos.

Como en otros países, las líneas sindicales, que han influido en la orientación de las luchas de la clase obrera en México, son: el anarco sindicalismo, el reformismo y el sindicalismo revolucionario.

v El anarco sindicalismo sostiene la táctica de la acción directa, reivindica la espontaneidad de las masas y niega la lucha en el terreno político, para limitarla al aspecto económico.

v El reformismo postula el avance gradual de los cambios en la sociedad, limita la lucha sindical a las meras reivindicaciones económicas-, es oportunista, niega la lucha revolucionaria y con ello, protege la supervivencia del régimen capitalista de la producción.

v El sindicalismo revolucionario sustenta el principio de la lucha de clases, supera el economicismo de las luchas sindicales y reivindica las causas fundamentales del pueblo. Considera a la huelga y a las batallas contra los patrones como etapas de preparación para la lucha por el poder político, lo que hace de los sindicatos una fuerza revolucionaria.

En un país como el nuestro, en circunstancias actuales y siendo un país dependiente, se acentúan en forma efímera las victorias económicas, por lo que las luchas sindicales de la clase obrera necesita ser, al mismo tiempo, por las reclamaciones populares y nacionales. Sin embargo, a pesar de los avances alcanzados durante los últimos años, en lo programático y en su combatividad, la clase obrera enfrenta obstáculos en el desarrollo de sus acciones, que cumplirán el ya de por sí difícil camino hacia el progreso social. El movimiento sindical de la actualidad tiene ante sí un problema fundamental, el problema de su unidad.

Mientras no se alcance la unidad del movimiento obrero, seguirá padeciendo: antidemocracia, corrupción, olvido de la lucha de clase, pérdida del poder de compra de los salarios y el estancamiento de la conciencia de clase. Se oponen a la unidad, el gremialismo, los intereses políticos personales de algunos dirigentes, el vanguardismo y el sectarismo que obstaculizan el trabajo unitario. La línea de la aventura y la provocación conduce al enfrentamiento con el Estado y con las direcciones sindicales reformistas, con el pretexto de la democratización. Esta corriente representada por los de ultra izquierda, utilizando demandas de los trabajadores, precipita sus acciones sin medir consecuencias con el fin de rebasar a las direcciones, crear comités paralelos y propiciar conflictos políticos permanentes que conducen a la división. Ignorando premeditadamente, la correlación de las fuerzas, minimizando las del adversario y exaltando la espontaneidad de las masas.

Cuando los sindicatos han tenido suficiente fuerza y poder como para amenazar el proceso de producción, su acción y sus presiones han permitido mejorar el nivel de vida, no sólo de sus miembros, sino de toda la población. Sin embargo, el éxito de su acción depende de la capacidad del empresario y de la sociedad para hacerse cargo de los costos económicos que permiten cumplir con las exigencias sindicales. Por ejemplo, en los países democráticos los sindicatos han logrado mejoras económicas durante los periodos de expansión económica; sin embargo, durante las recesiones han acudido a los gobiernos para exigir ayudas económicas para los trabajadores, puestos de trabajo y otras demandas. El poder de los sindicatos en los países no democráticos es mucho más limitado.

El movimiento sindical en sus diversas facetas no puede sino reflejar la realidad dentro de la cual se desarrolla. Las características del sindicalismo de un país o de una región dependen de toda una constelación de factores económicos, sociales y políticos, de tradiciones y vivencias históricas. El elemento político y tradicional influye sobre todo en la configuración de la legislación sindical (de la cual ya hemos hablado anteriormente), cuyas modalidades pueden perdurar o cambiar bruscamente conforme al vaivén de los regímenes. Pero la mera descripción del marco jurídico en el que se desempeñan las organizaciones de trabajadores presenta un cuadro forzosamente parcial e imperfecto de las mismas, por lo cual es necesario situarlo dentro de la dinámica del movimiento sindical y su contexto. Esta dinámica existe en todos los fenómenos sociales, pero puede adquirir un ritmo especialmente acelerado en el caso de sindicatos en vías de desarrollo debido a las vicisitudes políticas.

Históricamente, los sindicatos han tenido que atravesar una ardua época de la represión inicial a partir de 1852, cuando muchos actuaban como sociedades de resistencia, agrupaban principalmente a artesanos, y a ciertos oficios calificados, y estaban inspirados por diversas corrientes ideológicas traídas por los inmigrantes europeos que afluían a determinados países de América latina. Pero ¿Para que sirve un sindicato?, Inicialmente surge para “asociar a trabajadores o patrones, constituyéndose para el estudio, mejoramiento y defensa de sus respectivos intereses”[1]. El periodo de la tolerancia, que siguió con mayor o menor rapidez según los países, se extendió hasta la década del 20’ y 30’, en que comenzaron a cundir las leyes y códigos de trabajos que reglamentaron en detalle a las organizaciones sindicales. Este periodo sitúa a una época en la que la tendencia individualista del derecho sindical, que acentúa el interés de la persona frente a la asociación y la tendencia comunitaria, que da preponderancia al interés de la comunidad organizada (ya sea el estado o la asociación), el fiel de la balanza comienza a inclinarse en favor de esta ultima.

En los países que predomina esta segunda tendencia el legislador desea proteger a los cuerpos colectivos y reconoce a las organizaciones como representante de los intereses de categorías o grupos de trabajadores como contrapartida, el Estado supedita este reconocimiento en cumplimiento de ciertos requisitos. Es importante notar que este enfoque legislativo se inicia en una época en la que el movimiento obrero débil y muy dividido en el plano político e ideológico, sirve a menudo de instrumentos, a partidos con acción gubernamental. En consecuencia la legislación intuitiva en materia sindical se combina con un control estatal del que no están exentas la desconfianza y la prevención. Este tipo de legislación es la que sigue prevaleciendo en la actualidad, habiendo aumentado sustancialmente mientras tanto la importancia del movimiento sindical, su papel participativo en las relaciones con el estado, incluso su independencia frente a los partidos y los gobiernos.

Las características que constituyen un común denominador del sindicalismo son:

En primer lugar, del activismo político o ideológico de las organizaciones, o por lo menos de sus dirigentes. Esta politización forma parte de la tradición sindical en nuestro país y en cierto caso puede tener proyección importante y adquirir una extrema virulencia. Pero si desde sus orígenes esta actividad política se debía, en parte a la carencia de los sindicatos en el plano de las relaciones laborales en la actualidad opera como un factor de negociación política como el gobierno que se suma a su fuerza negociadora frente a los empleados. De manera que en la práctica se observa un desarrollo de las relaciones colectivas de trabajo en los sindicatos de base, acompañado de una acción política a veces, a este nivel, pero con mayor frecuencia en el de las federaciones y confederaciones al nivel de empresa, el papel de sindicato cambia de instrumento de protesta a participante en la elaboración y aplicación de normas convencionales; en el ámbito nacional comparten su actividad como grupo de presión y agente de reforma o cambio social con la de participe de la cooperación tripartita.

En segundo lugar cabe notar la multiplicidad y el pluralismo sindical y el gran parcelamiento de la organización se debe a resabios de localismos y al predominio de sindicatos y empresas. Por su parte, el pluralismo es consecuencia de la división política e ideológica del movimiento sindical.

El casuismo de la legislación sindical constituye la tercera de las características. Mas que una consecuencia de la tradición jurídico romancista, es el resultado de la función a la vez educativa, protectora y de control de la reglamentación sindical. Finalmente, el acentuado intervencionismo administrativo en la vida sindical configura la cuarta nota distintiva. Este intervencionismo acompaña a las organizaciones desde la creación a través de su vida activa, siendo en muchos casos un instrumento de injerencia política.

Comparada la situación actual del sindicalismo con la que prevalecía en los años 50’ y 60’, es necesario destacar la mayor importancia numérica y funcional que han adquirido las organizaciones, cuya participación en los diversos aspectos de la vida nacional se ha incrementado considerablemente. En ciertos casos, sin embargo, esta mayor participación en lo que concierne a la esfera política y económica ha dado lugar en los últimos años reacciones contrarias y la introducción de severas restricciones de la vida sindical.

Existen algunas facetas de la vida sindical que hay que analizar, y el propósito de estas, es señalar tendencias y notas típicas, todo ello dentro de las limitaciones que abarcan una extensa generalización en el tratamiento de un tema tan amplio como lo es el sindicalismo. Sin embargo, enfocando estas facetas hacia nuestro tema es de interés para nosotros el estudio del siguiente punto.



[1] Ley Fed. Trab. Art. 356.

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